Las proteínas son los bloques que construyen el cuerpo. Sobre esta premisa y con los cambios económicos y sociales, además de la creciente tendencia del culto por la figura, se ha disparado la oferta de barras, batidos y polvos de proteínas aisladas, junto con teorías dietarias que recomiendan su consumo como pilar para tener un cuerpo armónico y saludable.
Amparadas en que las proteínas desarrollan músculos, ayudan a bajar de peso o quitan el hambre, millones de personas las consumen y sudan en los gimnasios, convencidas de que sus beneficios superan los costos impuestos por un jugoso mercado, incapaz de mostrar la cara negativa de su excesiva ingesta.
Aunque las proteínas son vitales e irreemplazables, es un error creer, a juzgar por los estudios, que ingerir grandes cantidades representa más músculos y más salud.
Invasión de suplementos
Con la idea fija de que las proteínas son la base para ‘ganar’ músculos, productos con los aminoácidos aislados que las forman invadieron el mercado en forma de suplementos, a tal punto que se convirtieron en insumo irreemplazable, primero de fisico-culturistas y luego de adeptos al ejercicio.
Estudios calculan que una de cada 20 personas en el mundo echa mano de estos productos de manera regular. Aunque amparada en una lógica biológica, esta práctica choca con la evidencia científica que pone en entredicho los supuestos beneficios del uso indiscriminado de estos suplementos y, de paso, prende las alarmas sobre los riesgos que conlleva.
Saúl Rugeles, cirujano especialista en nutrición clínica, profesor de la Universidad Javeriana y director de la Unidad de Nutrición Clínica del Hospital San Ignacio, dice que no es cierto que ingerir más proteínas garantiza más músculos y mejor rendimiento deportivo.
“Esto es cierto si se realiza un entrenamiento físico adecuado, dirigido y con una dieta balanceada que incluye no solo proteínas, sino otros nutrientes”, asegura. Y añade que si se deja de entrenar, no obstante consumir proteínas, la estructura muscular ganada desaparece paulatinamente. De hecho, un estudio de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) y la BBC de Londres demostró, luego de comparar indicadores físicos y funcionales de dos grupos de adultos –uno que consumía un batido de proteínas y el otro un placebo– sometidos a un plan de entrenamiento de ocho semanas, “que tomar suplementos no tuvo ningún efecto sobre la fuerza y el crecimiento muscular”.
Todos los participantes consumieron 70 gramos de proteínas al día, más de las que el cuerpo requiere diariamente. “En un margen de cuatro horas, el cuerpo solo usa entre 20 y 30 gramos de proteínas, según la masa de cada individuo”, dice la publicación, de enero del 2016, que también aclara que solo dos gramos (en promedio) se utilizan para reparar músculos y cualquier cantidad adicional “se acumula como grasa, o se expulsa por la orina”.
Rugeles asegura que el consumo excesivo de proteínas (por encima de un gramo por kilogramo de peso al día) tiene efectos colaterales indeseables. Se ha demostrado que por encima de 2,2 gramos de proteína consumida por kilogramo de peso, no produce aumento de la masa muscular y que por encima de los 3 gramos por kilo de peso, tiene riesgos para la salud. “El cuerpo no es capaz de almacenar proteínas y una vez que satisface sus necesidades, lo adicional se transforma en grasa”, dice Kristi Wempen, dietista de la Clínica Mayo, de EE. UU. La misma clínica advierte que el exceso produce elevación de los lípidos en la sangre y con ellos el riesgo de males cardiacos.
Aunque estudios relacionan el consumo exagerado de proteínas con males como el cáncer, también dejan ver resultados contradictorios. En lo que sí concuerdan los investigadores es en sus efectos sobre el riñón. Laura Cortés Sanabria, investigadora de la Unidad Renal del Instituto Mexicano del Seguro Social, afirma que “el uso de suplementos proteicos ocasiona que el riñón trabaje forzadamente y llevarlo a daños irreversibles”.
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Los investigadores de la Universidad de Glasgow y de la Unidad de Nutricion Clínica del Hospital Universitario San Ignacio, de Bogotá, coinciden al afirmar que las personas sanas que consumen una dieta equilibrada desperdician su dinero al consumir suplementos de proteínas con la intención de aumentar sus músculos.
Todo porque se ha demostrado que es el ejercicio de resistencia, practicado de manera regular y bajo un plan adecuado de entrenamiento, lo que garantiza la ganancia y el mantenimiento de la masa muscular y el aumento de su fuerza.
¿Qué son y cómo actúan?
Las proteínas son cadenas conformadas por los 20 aminoácidos que existen oficialmente, de los cuales 8 son imprescindibles para el organismo, pero que al no ser fabricados por el cuerpo se obtienen de la dieta. La fuente principal son los alimentos de alto valor biológico. Estos, dice la nutricionista Nohora Bayona, de la Universidad Nacional, son los que, además de tener buenas cantidades de aminoácidos esenciales, son biodisponibles (el cuerpo los acepta) y de fácil digestión.
Sobresalen los de origen animal, como huevos, leche, carnes blancas y pescado. Su consumo debe hacerse en proporciones adecuadas. El especialista en nutrición Saúl Rugeles dice que una persona de 70 kilos debe consumir 70 gramos de proteínas (300 gramos de pechuga de pollo al día). “No se justifica ingerir más, excepto en ciertos deportistas, personas con enfermedades severas y adolescentes”, dice. Las proteínas son solo una parte de la dieta y no reemplazan a carbohidratos y grasas. De hecho, las proteínas deben aportar entre 10 y 35 por ciento de calorías diarias. El resto del porcentaje se deja a carbohidratos (40- 65) y a grasas (20-35). “Esto garantiza un equilibrio metabólico; una modificación, además de innecesaria, puede ser contraproducente”, dice Bayona. En casos de déficit proteico, los suplementos son un recurso valioso y garantizan la nutrición adecuada.
Un mercado que crece
La demanda creciente de este tipo de suplementos ha permitido la proliferación de productos de dudoso origen y contenido, que empeoran la situación. Javier Guzmán, director de Invima, manifiesta que actualmente existen 3.636 productos de este tipo con registro sanitario, lo que valida su seguridad. Pero también hay un mercado ilegal creciente de suplementos proteicos en los que se ha encontrado la presencia de metilhexamina y esteroides, sustancias prohibidas por la World Anti-Doping Agency (Wada), además de otros ingredientes no declarados, con lo que estos productos fraudulentos magnifican sus efectos de manera peligrosa y hacen creer a los usuarios que son efecto de las proteínas.
De ahí que lo recomendable es abstenerse de usar suplementos sin registro sanitario. “Es claro que muchos de ellos son ofrecidos en los propios gimnasios o por medio de páginas ilegales de internet, acompañados de planes de ejercicios que ofrecen resultados rápidos de los que hay que necesariamente sospechar”, dice el experto en nutrición Saúl Rugeles.
Cuidado con los suplementos
Por lo general, la gente compra productos de venta libre, de dudoso origen y sin registro sanitario, en la creencia de que estos son productos sanos, cosa que no es cierta, por lo que Javier Guzmán, director del Invima, recomienda:
Abstenerse de comprar y consumir suplementos que no tengan registro sanitario otorgado por el Invima.
Revisar en las etiquetas las fechas de vencimiento y las condiciones de almacenamiento determinadas por el fabricante.
Verificar la existencia e integridad de los sellos de seguridad en los empaques y de las características del producto que se ofrece.
Recordar que en Colombia no existen productos de venta libre para adelgazar, quemar grasa, reducir tallas, controlar o inhibir el apetito o perder peso.
Fuente: El Tiempo